EL CAMINO DEL YOGA, EL CAMINO DE LA VIDA
Cada vez siento de una manera más clara que la práctica del yoga es una herramienta para recorrer el camino de nuestra vida, como el que se prepara para una carrera de fondo. El yoga es una preparación para que el recorrido por nuestras vidas, sea agradable y cómodo y por encima de todo es una invitación al encuentro con un@ mism@.
Hay dos palabras claves en las enseñanzas yóguicas, sthira y sukha, es decir, firmeza y comodidad. Durante toda la práctica de yoga tenemos que poder estar en un estado físico, mental y emocional de firmeza y comodidad o como a mí me gusta más decir, estabilidad y dicha.
- Si no estoy cómoda porque el trabajo me implica un sobreesfuerzo o no puedo mantener una respiración regular y larga, no voy a poder disfrutar de la clase y estaré en una lucha interna, una exigencia nada beneficiosa, que muchas veces lleva a lesiones o simplemente a sentir “yo no valgo para esto”.
- Si no estoy firme, si no estoy estable y centrad@, en cualquier momento me puedo caer, desequilibrar, lesionar, perder el objetivo y no vivir el momento presente. Conseguir una estabilidad en las posturas o asanas es básico, y por eso la práctica del yoga debe ser progresiva y adaptada a las necesidades de cada un@.
Ambas cualidades sthira y sukha forman un equilibrio perfecto para la práctica y para la vida, de ahí que diga que es una carrera de fondo, tal como si no hubiera final, aprendo a vivir en entereza y disfrutando del proceso de vivir y preparad@ para atravesar las sorpresas que llegan con la vida, preparad@ para caminar, correr, saltar, nadar, cambiar de dirección e incluso cambiar de sentido.
El yoga tiene un lado muy terapéutico, nos ayuda a aceptarnos tal y como somos en el momento presente, sabiendo que mañana tal vez será diferente y seguirá estando igual de bien. Durante la práctica un@ mism@ es su referencia, solo existe el yo, los demás no importan, eres tu contigo y día a día vas notando los cambios a todos los niveles. El objetivo es dedicar un tiempo a tu ser de manera muy íntima y personal, cuando practicamos yoga es nuestro instante de reencuentro y salud, que con el tiempo sabremos llevar a todos los instantes de nuestra vida. El aprendizaje es muy grande; aceptación, respeto, amor, autoconsciencia, expansión, ligereza y serenidad. Los beneficios son incontables, también a nivel mental, nos proporcionan equilibrio, aumento de la memoria, facilita la relajación y el descanso durante la noche y además de eso tu cuerpo físicamente se fortalece, se flexibiliza, se nutre y oxigena, ¿que más se puede pedir?. Definitivamente es un gran regalo.
La persona que haya sentido todo esto, tengo claro que va a continuar la práctica del yoga para toda su vida.
Para aquellas personas que habéis probado y no os habéis sentido bien o no os ha gustado, os recomiendo que probéis con otro estilo de yoga hasta que encontréis el que os hace bien, o a lo mejor serán varios. Te sugiero que te informes de los tipos de yoga que hay o que vayas directamente a una escuela y hables con el/la profesor/a y le cuentes tu experiencia y tus necesidades, date una segunda oportunidad. A veces, también pasa que empezamos algo cuando no es el momento de empezarlo, tal vez hay demasiado ruido interno para poder disfrutar de la práctica, atiende ese malestar o juicio interno y cuando sea el momento, pruébalo de nuevo.
Para aquellos que no lo habéis practicado nunca, os animo a que encendáis la chispa de vuestra curiosidad, dejéis a un lado cualquier prejuicio y os entreguéis a las sensaciones y al sentir de la práctica, al final no es más que verdaderamente estar contigo, conocerte y quererte tal y como eres, con todo lo que hay.
Y siempre recuerda que la intención positiva de un límite es protegerte y ayudarte a avanzar en seguridad, los límites no son fijos, los límites se mueven a medida que tú te mueves y no implican de manera estable un ”hasta aquí”, cuando nos sentimos preparados y en seguridad, movemos la línea del límite y vamos al encuentro de nuevas experiencias.
Namasté
Irene Fontana García